Cecilio Palencia

De nuevo, otra vez, procedo a abrir la cancela,
la de atrás, aunque para mí siempre fue la principal.
De nuevo, otra vez, introduzco la llave en el candado.
Es terco, no se quiere abrir, creo que me está castigando.
Al fin cede, el seto había crecido tanto que casi me
impedía moverla; desde fuera ya parecía malo.
Y al abrirla, me dolió el alma.

El limpio pavimento se había convertido en un mosaico
de grietas y desconchones, por donde diversas plantas
luchaban por asomar sus cabezas.
Donde había un césped limpio, recortado,
otrora orgullo de mi padre,
sólo había una maraña indescifrable de vegetación.
De esta, como queriendo no ahogarse, sobresalían esas
figurillas – los enanos, la rana, el burro… – antaño grotescas,
y ahora, con la pátina del tiempo sobre ellas,
supervivientes abandonados.
Y aquellas aguas claras, siempre frías,
donde se evaporaban los calores del estío,
sólo eran negras, profundamente negras,
desde donde los espectros acechan.

Y entre todo este caos,
la montaña, sólida, impertérrita,
como si el tiempo no pasase por ella, ni por ellas.
Desde luego no nuestro tiempo.
En lo alto, los buitres hacen guardia.
La vida sigue y nosotros con ella.
Duele

junio del 2013



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¿No sabe usted que vive en un sitio muy
especial? - me decía mientras tomaba las
medidas de la ventana - una Stupa no la
colocan en cualquier sitio... estudian mucho la
zona, las energías del entorno...
¡y muchas más cosas!, antes de decidirse.
Además, también está la Virgen, la de Lourdes
en unas pequeñas cuevas, justo al lado,
¡está usted muy protegido!.

Hace ya siete años que vivo aquí,
en Benalmádena, al lado de la Stupa,
y no me he arrepentido ni un sólo día.
Católico de educación, pero agnóstico de
pensamiento, no impide que me sienta bien en
la soledad de las Iglesias, en las naves de las
Catedrales, o paseando alrededor de la Stupa.
Y lo que comenzó como una foto turística ha
resultado un trabajo de varios meses,
convirtiéndose en una visión muy personal,
siempre respetuosa,
con la única pretensión de mostrar lo visto.
No hay crítica, ni juicio, ni dirección;
sólo una mirada.

junio del 2011



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Plasticidad, movimiento, energía,
Elementos que me gustaría incluir en mis fotos,
Pero que no me es fácil encontrar.
Los busqué en el deporte,
Pero los resultados suelen ser banales y superficiales,
¡culpa mía ciertamente!,
Los busco en los componentes del entorno,
Pero pocas son las veces que se verlos…
Así que sigo buscando

Un día llego a mis manos una maravillosa
Fotografía de Avedon realizada a Nureyef;
Reunía todo lo que buscaba,
Y sobre todo plasticidad,
Cualidad que debida a
La concisión, exactitud y fuerza expresiva,
Realza la idea y la imagen mental.

Y me hizo pensar en el mundo del espectáculo,
Cuanto más lo pensaba más me interesante me parecía.
Será un largo camino hasta llegar a resultados,
Pero todo camino comienza con un primer paso.

Es sólo un comienzo.

julio del 2011



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Todo comenzó con Juan Carlos,
"llámalos que ellos navegan", me dijo; y llamé, y me embarqué.
Me hicieron tomar mi primer gin-tonic con la excusa de
"¡en este barco, a las doce, se bebe gin-tonic, te guste o no!"
y bebí.
Luego conocí un barco, y otro, y otro, y…
hasta el Gin Tonic.
Tiempo después habría de convertirse en el nombre de un bar,
y en el de otro, y otro, y...

Mis fotos, normalmente, son algo complicadas,
presuntuosas quizás.
Intento buscar cosas, aunque no sepa donde;
provocar sentimientos, aunque no sepa como;
sumergirme en las formas, aunque no sean formales;
en resumen, buscar la mirada en donde no se suele mirar.

Pero, este no es el caso,
simplemente intento mostrar lo que me rodea,
a los amigos del Gin Tonic.
Estas fotos no son pretenciosas, ni siquiera complicadas.
Sé que no están todos los que son,
sé que son, únicamente, una pequeña representación,
afortunada… ¡o no!.
Y también sé,
que imágenes como estas, irán creciendo,
aunque sólo sea para quedarse en el cajón de mis recuerdos.

Gracias Juan Carlos… gracias Chavi

diciembre del 2011



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